Políticos, no ignoren la potencial ‘ola’ boricua

Maribel Hastings

El vergonzoso trato que ha dado el gobierno de Estados Unidos a la crisis humanitaria tras el huracán “María” en Puerto Rico ya nos había hecho sentir a muchos puertorriqueños como ciudadanos estadounidenses de segunda clase. Pero ahora, un aspirante republicano al Congreso federal por el Distrito 6 de la Florida le puso la cereza al pastel al decir, según reportes de prensa, que a los puertorriqueños que arribaron a ese estado tras el desastre no se les debe permitir registrarse para votar.

El empresario John Ward, uno de tres candidatos republicanos que se enfrentarán en la primaria floridana del 28 de agosto por la nominación para el Distrito 6 de la Cámara Baja, luego intentó aclarar, según el Orlando Sentinel, que se refería a los desplazados que arribaron a la Florida tras el huracán, cuya estancia puede ser temporal.

Pero aunque hubiese sido el caso, los puertorriqueños somos ciudadanos y tan pronto cruzamos el charco y nos establecemos en los Estados Unidos continentales, somos elegibles para registrarnos y votar donde estemos. Es un derecho del que desafortunadamente no gozan los hermanos que viven en la Isla.

El ignorante comentario del candidato vuelve a confirmar lo sabido: una buena parte de los estadounidenses se enteraron de que Puerto Rico era su territorio y de que los puertorriqueños somos ciudanos únicamente porque “María” nos partió por el mismo centro. Este domingo se cumplieron ocho meses del fenómeno atmosférico y todavía hay miles de esos ciudadanos sin energía eléctrica. Imagínese que lo mismo ocurriera en cualquier ciudad estadounidense. Quemaban el pueblo. Nadie tiene ese aguante.

Y también denota que los prejuicios republicanos no se circunscriben a los inmigrantes indocumentados, que para el presidente Donald Trump traen drogas, son criminales y violadores. Y también animales. Trump dijo que se refería a los pandilleros, pero ya sabemos lo que piensa. Y de paso, también insulta a los pobres animales al equipararlos con los despreciables pandilleros.

Qué pensarán los boricuas republicanos de aquí y de allá sobre las lastimosas declaraciones de Ward y sobre las racistas posturas de Trump, a quien muchos apoyan. Pobrecitos. Creen que el prejuicio de Trump y de los republicanos no está dirigido hacia ellos. Creen que porque somos ciudadanos estamos exentos de la discriminación. Y así quieren ser el Estado 51.

Pero mientras Ward mete la pata, el gobernador Rick Scott, quien aspira a arrebatarle el escaño al senador federal demócrata Bill Nelson, quiere que más puertorriqueños se registren y voten por él, el gobernador que les abrió las puertas del Estado del Sol.

Mientras un republicano destila ignorancia, otro, Scott, ve la oportunidad política. Nelson no debería dormirse en sus laureles porque a pesar de que los boricuas de la Florida Central tienden a votar demócrata, para muchos de los recién llegados y sus familiares no ha pasado desapercibido el rostro de Scott dándoles la bienvenida a su estado.

En una elección que está siendo definida por “olas” —la ola azul demócrata y la ola rosada de mujeres que para muchos observadores provocarán un cambio de mando en el Congreso—, la potencial ola boricua en la Florida Central no debe ser ignorada por ninguno de los dos principales partidos porque puede tener implicaciones no solo en las elecciones intermedias de noviembre, sino en las elecciones generales de 2020. Digan lo que digan los ignorantes como Ward.

Maribel Hastings

Maribel Hastings