México, 28 oct (EFE).- Dicen que San Judas Tadeo es el patrón de las causas perdidas o imposibles. Por eso, miles de feligreses mexicanos como Sergio salieron este miércoles a festejar y a agradecer al santo en su día sin temor a algo que consideran tan mundano como una enfermedad: “Venimos aquí sin miedo al covid”.
Desde la madrugada de este miércoles, los fieles más trasnochadores hicieron tronar cohetes y se agolparon frente al Templo de San Hipólito del centro de Ciudad de México, que a pesar de suspender su tradicional misa, abrió las puertas por la mañana para que fueran pasando poco a poco los feligreses.
Entre los devotos que no se rindieron ante las dos horas de fila para entrar estaban Sergio Soria y su novia, María Lourdes, quienes no podían marcharse sin agradecer al santo por haber intercedido cuando su relación hacía aguas: “Véanos hoy, ya llevamos dos meses viviendo como pareja”, explicaron pletóricos a Efe.
Ataviados con dos figuras de San Judas Tadeo no podían fallar ni en días de pandemia a esta divinidad a la que tanto le deben. Y es que, según contaron, Sergio estuvo seis meses en coma hasta que un día despertó con una estampita de San Judas en la mano.
“Hay menos gente pero como somos devotos de San Judas Tadeo, así nos digan que si venimos vamos a morir, aquí estaremos. (…) Venimos sin miedo al covid, nada va a pasar”, sentenció.
ADORACIONES CON SANA DISTANCIA
Cada 28 de octubre, miles de mexicanos, muchos de ellos de barrios humildes, acuden al Templo de San Hipólito, lugar dedicado desde 1982 a San Judas Tadeo, uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret.
Este año, sin embargo, las decenas de puestos de mercadotecnia sobre el santo que rodeaban tradicionalmente el templo fueron sustituidos por cordones policiales que intentaron, a veces con poco éxito, que los feligreses guardaran distancia entre ellos a raíz de la pandemia, que se ha llevado ya casi 90.000 vidas en México.
El padre Frank Hernández aprovechó un momento de descanso para salir del templo y observar con curiosidad el transcurro de esta jornada tan inédita.
“Lo que hacemos es mantener las puertas abiertas pero que sea fluido, que no haya misas y que guardemos sana distancia”, explicó a Efe este padre sobre las medidas sanitarias consensuadas con las autoridades, que incluyen el cubrebocas, la medición de temperatura y el gel antibacterial para acceder al templo.
Ante el miedo de rebrotes, el Gobierno ha pedido a la población festejar en casa las populares celebraciones de San Judas, el Día de Muertos o el Día de la Virgen de Guadalupe -el 12 de diciembre- pero están tan arraigadas en la cultura popular que es difícil contener a la gente.
Por eso el templo decidió abrir sus puertas: “En estos momentos difíciles hace falta la fe, que las personas sientan que puedan salir adelante inclusive en medio de la pandemia”, opinó el religioso.
PROMESAS IMPOSIBLES
Todo tipo de personas, desde jóvenes con gorra y cadenas colgando del cuello hasta ancianas con difícil movilidad pasando por gente disfrazada con la túnica blanca y el mantón verde de San Judas, acudieron al templo para agradecer los milagros imposibles de esta todopoderosa divinidad.
“En el común de la gente, la fe es de que este santo es el patrono de las causas imposibles, por eso muchísima gente viene con tanta devoción”, comentó el padre.
Causas imposibles como la de María Lourdes, a cuya nieta le detectaron cáncer a los 12 años pero tras pedirle mucho a San Judas la niña ha llegado a los 15 y “ya se ve mejor, ya no se ha enfermado”.
María Lourdes fue la causante de una larguísima fila paralela a la de la entrada al templo para repartir 10 kilos de arroz y chicharrón entre los fieles más humildes como agradecimiento a la intervención de la divinidad en el caso de su nieta.
“A mí me da gusto de repartir la comida con mucha fe para que Dios me socorra”, comentó sin dejar ni un segundo de mover arriba y abajo la cuchara para llenar tantos estómagos.
Ella llegó al lugar en una camioneta presidida por una enorme estatua de San Judas, mientras otros peregrinaron en grupo, como Isaac, quien acudió al templo junto a 200 personas de su congregación desde la vecina ciudad de Ecatepec.
El motivo de su visita lo llevaba en el hombro: su hijo Miguel, disfrazado de San Judas, nació hace dos años tras pedirlo al santo.
Aunque Isaac también traía en el otro hombro algún reproche para el Gobierno, porque dijo no haber recibido ninguna despensa ante la crisis económica derivada de la pandemia.
“La fe mueve montañas, la gente que tiene fe va a venir, el Gobierno siempre va a hacer lo que él quiere”, sentenció sin cubrebocas. Info, Prensa Mexicana