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Desapareció hace 13 años cruzando la frontera. Sus restos llegan ahora a casa

Tucson (AZ), 25 jun (EFE News).- El dolor y la incertidumbre que por años sufrió la familia Hernández llegó a su fin cuando recibieron la llamada que tanto habían anhelado: los restos de su padre, Francisco, habían sido identificados y 13 años después de que desapareciera cruzando el desierto de Arizona podrá finalmente “llegar” a casa.

“Lo encontramos, finalmente lo encontramos, estoy seguro que mi papá quería que lo encontráramos”, dijo a Efe su hijo Marcos Hernández sin poder contener sus lágrimas y dolor.

OLA MIGRATORIA sigue en la FRONTERA NORTE de México

Los restos del inmigrante los “devoró” el desierto de Arizona por años. Cuando fueron encontrados no había nada que lo identificara por lo que lo que pasaron años en la Oficina del Médico Forense en el condado de Pima, hasta que gracias una prueba genética se pudo comprobar su identidad.

Como muchos otros inmigrantes, Hernández llegó a trabajar a los Estados Unidos por primera vez a finales de la década de los años noventa del siglo pasado. Años después se le unieron sus dos hijos mayores en Atlanta, Georgia.

Sin embargo después de una década de estar lejos de su familia y animado por sus hijos, en 2007 decidieron regresar juntos a México, pero en enero de 2008 uno de sus hijos enfermó.

Sin tener seguro medico, el dinero que el padre e hijos ahorraron rápidamente se agotó, por lo que el Hernández vendió un terreno y una camioneta y se dispuso a regresar a los Estados Unidos.

En mayo de ese año regresó a la frontera. Una noche antes de su desaparición, llamó a su familia y les dijo que cruzaría por el desierto de Arizona, que ya todo está listo con el “coyote”.

SIN RASTRO

“Jamás volvimos a saber de él”, recordó su hijo.

La familia comenzó a preocuparse cuando los días comenzaron a pasar y no había noticias del padre.

Creyendo que quizás la “migra” lo había detenido o deportado, la familia esperó una semana, pero finalmente pudieron contactar con el traficante de humanos que “ayudó” a Hernández a cruzar.

Las noticias no fueron buenas, el “coyote” les dijo que su padre lo habían dejado en el desierto, que no pudo seguir caminando y que le dijeron que era mejor que se entregara a la Patrulla Fronteriza.

Marcos sabía que su padre estaba enfermo de una rodilla, pero no creía que era lo suficientemente grave para que no pudiera caminar.

Así comenzó la angustia de la familia. Desde México contactaron a consulados, la Patrulla Fronteriza y hospitales, sin suerte.

Meses después, Marcos regresó a la frontera y se internó en el desierto con un mapa que el “coyote” le dibujó del lugar donde se había quedado su padre, pero tampoco encontró nada.

El inmigrante decidió quedarse en este país para trabajar, para poder seguir ayudando económicamente a su madre y sus hermanos que se quedaron en México y continuar la búsqueda de su padre.

Marcos contacto a todas las organizaciones que pudo, siempre con la esperanza de encontrar a su padre.

“Siempre vivimos con la angustia de no saber de él, ¿qué le había pasado?, ¿dónde estaba?”, dijo Marcos.

Lo más triste es que años después de la desaparición de su padre, la abuela viajó hasta la frontera de Arizona para obtener noticias de su hijo.

Cuando, una semana después, regresó a casa llamó a Marcos a Chicago. “Esa noche me dijo que estaba muy cansada del viaje y que hablaríamos al siguiente día, pero esa noche ya no despertó”, dijo el mexicano.

PRUEBAS DE ADN

De acuerdo al reporte del médico forense, sus restos fueron encontrados en 2018 dentro de la reserva indígena Tohono O’odham, en el desierto de Arizona.

Y gracias a que la familia Hernández había proporcionado muestras genéticas se pudo haber una prueba de ADN que confirmó la identidad del cuerpo.

La noticia fue agridulce: una inmensa tristeza y un final a tanto dolor e incertidumbre por no tener noticias del hombre que lo dio todo por su familia, inclusive su propia vida.

“Desgraciadamente esta historia no es única, refleja el dolor que muchas familias sufren en silencio, sin saber que pasó con su hijo, hija, esposo o esposa”, dijo a Efe Kat Rodríguez, activista que ha trabajado con diversas organizaciones que ayudan a familias que buscan a migrantes que han desaparecido en la frontera.

Lo califica como un “dolor que desgarra el alma”, que va más allá de solo saber que tu ser querido murió, sino no tener ni siquiera un lugar al que ir a despedirte.

CIFRAS MORTALES

De acuerdo a datos del grupo Fronteras Compasivas, en los últimos 15 años unos 3.658 migrantes han muerto solamente en la frontera de Arizona con México.

Ninguna organización local o dependencia federal lleva estadísticas sobre el número de migrantes que anualmente son reportados como “desaparecidos”.

La familia Hernández ahora solo espera que las cenizas de su padre les sean entregadas y poder llevarlos regreso a Ciudad de México, donde Marcos asegura que su padre descansará junto a su abuela y su hermano, quien no superó la enfermedad que llevó al migrante a adentrarse en la trampa mortal del desierto de Arizona. Info, Prensa Mexicana

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