Miami, 16 oct (EFE News).- Cuatro años después de salir de Cuba junto a su familia por persecución política, de recorrer nueve países y miles de kilómetros y de esperar un año en México para cruzar a Estados Unidos, Ramón Arboláez aguarda en Miami una cirugía “para salvarle la vida” del cáncer de boca que hizo aun más duro su viaje.
“Prácticamente nos expulsaron de Cuba”, afirma en una entrevista con Efe la esposa de Arboláez, Yaneisy Santana, quien lleva un grillete electrónico de localización que le colocaron las autoridades migratorias.
El matrimonio y sus tres hijos, Aylis, Emanuel y Melany, estuvieron desde julio en Reinosa (México) aguardando para cruzar la frontera por Yuma (Arizona).
El 5 de octubre entraron a Estados Unidos, fueron detenidos y, tras cuatro días, Arboláez, de 45 años, obtuvo una “libertad bajo palabra” humanitaria y él, su esposa y sus dos hijos menores pudieron viajar en avión a Miami el 10 de octubre.
UN CANCER EN MEDIO DEL EXODO
El opositor cubano fue inmediatamente internado en el hospital Jackson Memorial, donde el próximo lunes se someterá a “una cirugía bastante grande de reconstrucción de lengua y esófago, necesaria para salvarle la vida”, dice su esposa.
La hija mayor del matrimonio, Aylis, de 21 años y “a falta de 14 días para dar a luz”, no fue admitida a la primera, pero finalmente las autoridades le dieron autorización y tenía previsto llegar este jueves a Miami, aunque sin su esposo, el cual está en un centro de detención de inmigrantes ilegales.
“Nosotros éramos miembros de FANTU (Frente Antitotalitario Unido), una organización antigubernamental. Sufrimos represión y amenazas de muerte por parte de la Seguridad del Estado (cubano), no solo con nosotros, también con los niños, pues en la escuela los reprimían y una profesora golpeó a uno”, explica Santana.
La familia abandonó Cuba en 2016 y llegó a México en agosto de 2019, después de haber cruzado la selva del Darién entre Colombia y Panamá y luego Centroamérica.
“Cuando llegamos a México empezó con los síntomas y una lesión pequeña en la lengua. Fue al hospital de Chiapas y una doctora cubana le dijo que era una lesión tumoral, que debía verlo un especialista en otro hospital, en Tabasco (…) hasta enero que nos dieron el permiso” para visitarlo, narra la esposa.
“En el hospital de Tabasco, el especialista, un médico cubano que nos dijo que era militar, le dijo que había que cortarle la lengua y los ganglios, sin mirarle la boca. Nos aterramos”, recuerda Santana.
Habían pasado tres años desde que Arboláez y su familia dejaron Cuba rumbo a Trinidad y Tobago, donde buscaban un lugar amparados por un programa de la ACNUR (la agencia de la ONU para los refugiados), que “no funcionó”, aclara Santana.
LOS ANGELES GUARDIANES
Un opositor de Santa Clara, ciudad 300 kilómetros al este de La Habana, dio una voz de alarma que llegó a Miami.
“Esto me lo pide (el opositor) Guillermo del Sol en enero. Ha sido una batalla. Le negaron la visa B2 para tratamientos médicos, también la visa humanitaria, no había ‘sponsor’ (…) Todo se convirtió en nada y cada día Ramón se fue poniendo peor”, dice a Efe la periodista Maite Luna, que se dispuso a traerlos a Miami.
“Finalmente entraron ilegales y si no se faja la abogada en Yuma (Arizona) los regresan a México”, enfatiza Luna.
A Luna se sumó Alfredo Melgar, un especialista en medicina interna de Miami que solicitó al Gobierno estadounidense un visado humanitario.
“Ese tumor se le expandió a los ganglios linfáticos y la parte submandibular. Llegó a Miami con mucho dolor y sangramiento, por lo que se le hicieron cuatro biopsias del área y tomografías”, detalla Melgar a Efe.
“Si está muy avanzado el tumor, la pelea va a ser dura”, indica Melgar, quien anteriormente gestionó el viaje a Miami de la cubana Xiomara Cruz, integrante del grupo opositor Damas de Blanco, que “llegó en muy mal estado” físico tras cumplir prisión en la isla.
UN VIAJE DE CASI MEDIO AÑO
En 2016 los Arboláez decidieron marcharse rumbo a Trinidad y Tobago porque no necesitaban un visado.
“En ese país se violan los derechos humanos. No podíamos trabajar y los niños no tienen derecho a escuela”, explicó.
Santana narra el periplo que emprendieron hasta llegar a Estados Unidos, que comenzó con una protesta “de 78 cubanos durante dos meses en medio de un platanal” en Trinidad y Tobago.
“Decidimos emprender la travesía a través de Venezuela en un bote. De ahí a Colombia. ¡Cinco días en la Selva del Darién, con esos niños!”, recuerda la mujer.
“Gracias a Dios no nos sucedió nada”, señala.
Luego viajaron a Panamá, donde permanecieron tres meses, a Costa Rica, a Nicaragua, Honduras, Guatemala y México.
“Salimos el 22 de marzo de 2019 de Trinidad (y Tobago) y llegamos el 22 de agosto de ese año a México”, detalló.
A finales de este mes de octubre, Santana tiene “cita con Inmigración” para que le comuniquen cuándo le quitarán el grillete y está contenta porque sus hijos están en “un lugar seguro” y van a poder estudiar.
Todas las energías de Santana se concentran en el lunes que viene, cuando intentarán salvar la vida a su marido, que apenas puede articular palabra. Mientras tanto, “Ramón está melancólico porque está solo en el hospital. Pero con medicamentos y menos dolor”, dijo con alivio. Info, Prensa Mexicana