Doha, 27 oct (EFE).- Doha, principal sede del Mundial de Qatar 2022, es una capital moderna de perfil futurista en la que los rascacielos, edificios de diseño, calles y paseos remodelados al completo para el evento mundialista nos sitúan en una urbe marcada por una perfección y pulcritud extremas, que contrastan con la tradición e historia de un pueblo de tribus migratorias que tiene en el zoco, el Souq Waqif, su corazón.
Pero como todo en Catar, el zoco es también de reciente creación. Ideado a finales del siglo XIX como centro neurálgico de comercio e intercambios de ganado entre beduinos y comerciantes, el Souq Waqif (cuyo significado puede ser el de “mercado de a pie”) que ahora podemos ver se terminó en 2008 y engloba al antiguo barrio de AlYassra, la zonas de mayor actividad pesquera, varios cementerios en los que hoy se encuentra un enorme parking subterráneo y una parte ganada al mar.
Lo primero que llama la atención es su peculiar arquitectura, realizada de forma tradicional para preservar el encanto de tiempos pasados y, sobre todo, paliar las altísimas temperaturas del verano, usando barro en su estructura y madera y bambú para su techumbre.
El Zoco: principal atracción turística
Se trata del principal reclamo para los turistas que acudan a Doha para el Mundial de Qatar 2022. Al ser tan reciente su construcción, la sensación es de decorado de película o de estar en una atracción de un parque temático, pero es solo una primera impresión.
En este lugar todo es perfecto. Encantador. Farolillos de luz tenue en las fachadas, placitas llenas de vida o su laberíntico entramado de calles resguardadas, con miles de tiendas de todo tipo de productos, desde camisetas de fútbol, telas o especias, hasta las codiciadas y afamadas perlas, joyas, oro o animales de todo tipo. En Souq Waqif es imposible no sentirse en otro mundo.
Las personas que forman parte del lugar, la historia de cada pequeña tienda, los aromas de sus especies, la zona de venta de halcones o su variada gastronomía, que engloba desde el mejor street food de la región hasta restaurantes de postín, hacen del zoco catarí un lugar imprescindible.
“Es un mercado real desde hace más de 100 años. Todavía lo utilizan los cataríes. Por supuesto, también es una gran atracción turística. Definitivamente si viniera a Catar iría a uno de los restaurantes de la zona. Encontrarás todo tipo de cocina, de Irán o de cualquiera de los países vecinos”, destaca Berthold Trenkel, Director de operaciones de Turismo de Catar.
Trenkel, apasionado de la fotografía, recomienda recorrer la zona “dejándose asombrar: Creo que ese es el principal objetivo cuando se visita Catar. Es un país muy moderno pero profundamente arraigado a su cultura y su patrimonio. Hay que llegar abierto a cosas nuevas, probar nuevas comidas, nuevas experiencias y, por supuesto, disfrutar de la Copa del Mundo”.
Y es que el zoco catarí es el lugar perfecto para despertar los cinco sentidos:
1.- LA VISTA: DENTRO DEL LABERINTO
El entramado de callejones cubierto del gran bazar del zoco es laberíntico, es muy fácil perderse y tienes como únicas referencias ciertos productos y áreas concretas especializadas: alfombras, telas, especias, oro, utensilios de cocina y miles de tesoros y antigüedades por encontrar que premian a los compradores más curiosos.
Entre semana, durante la mañana, coincidiendo con las horas de más calor, el zoco cambia por completo. La mayor parte de los negocios duermen e impera el silencio.
Una paz que merece la pena descubrir. Pasearás por estrechos recovecos admirando las tradicionales puertas de madera de cada negocio. Saborearás su lento despertar y el arranque de la frenética actividad que anticipa la caída del sol, momento en el que zoco se llena de luz de faroles, de color, del griterío característico de los mercados y de los olores de oriente. En un incesante deambular bullicioso de personas que inunda de vida cada metro de sus empedradas callejuelas y bucólicos rincones.
Entre los secretos del zoco se encuentran los Majlis (“lugar para sentarse”), centros de reunión plagados de cojines, alfombras y mesas bajas, generalmente para hombres, en los que los tableros de backgammon juegan un papel fundamental a modo de entretenimiento de la sociedad catarí más tradicional.
En estos locales, inscritos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, los asistentes discuten en torno a una bebida caliente -té o café- temas de interés común, intercambian noticias o reciben a invitados, aunque también se celebran eventos de la vida social como festejos, bodas o funerales. Visitarlos es una experiencia muy interesante que permite vivir la cultura del país.
En el zoco también es importante destacar la majestuosa presencia de la Fanar, una mezquita con caprichosa forma curvada que recuerda a un faro espiral. Se trata de uno de los puntos más conocidos de la capital, visible desde el paseo marítimo de La Corniche y los museos de Arte Islámico y el Nacional de Catar. Elegante y solemne, sigue siendo una mezquita operativa. Alberga no solo eventos religiosos sino también un centro cultural en el que tomar un café y profundizar en la vida del país.
2.- EL OLFATO: LOS MERCADERES DE ESPECIAS Y PERFUMES
En los callejones del zoco el olfato nos guiará a una de las zonas más coloridas y frecuentadas: los callejones de las especias. Los sacos de yute apilados en las puertas de los negocios dan la bienvenida a un mundo para los sentidos proveniente de más allá de las fronteras del país. En concreto, de todos los rincones de la península arábiga, la India o Irán. Azafrán, flores secas para hacer infusiones y guisos, dátiles, miel, curry…
Los mercaderes esconden con recelo y orgullo la receta que hace de su especia algo único, lo que les distingue y les da reputación. Porque en Catar, cada familia hace su propia mezcla, su fórmula secreta. Esa especia única local, que pasa de generación en generación, se llama Bezar.
“El Bezar lo llamamos así por ser una mezcla de especias. Son muchas especias en una. Suele llevar comino, cúrcuma, canela, pimienta negra, cilantro, cardamomo… Cada persona tiene su propia mezcla. Es algo único que utilizamos en muchos platos como el machboos (plato nacional de Catar cocinado con carne de pollo, ternera o incluso camello y arroz…). Debéis comprar y añadirlo a cualquier plato. Será increíble”, nos comenta la chef Noor Al Mazrooi, uno de los máximos referentes gastronómicos de la nueva cocina catarí.
En las tiendas de mercaderes de especias podrás también crear tu propio producto. Si te gusta el té iraní con cardamomo y clavo, por ejemplo, solo tienes que pedirlo y llevarlo precintado a tu destino de vuelta. O un curry en polvo indio al que añadir canela o cayena. Sin problemas. Las posibilidades son casi infinitas. Dejarte aconsejar por estos expertos en aromas y sabores es una experiencia de lo más enriquecedora.
El olor también es protagonista de las miles de pequeñas tiendas de perfumes y cremas para el cuidado de la piel. Muchos se hacen solo por encargo: oud, almizcle, cosméticos hechos con kohl o de oro líquido, como se conoce al aceite de argán. Combinaciones personales dependiendo de la piel, hechos con esmero y personalizados siguiendo las recetas tradicionales árabes.
3.- EL GUSTO: TASCAS Y COMIDA EN LA CALLE
En un zoco siempre encuentras de todo, y a la hora de comer no iba a ser menos. Comida callejera, tiendas de dulces, restaurantes, parrillas con terraza, cocina tradicional local, pero también libanesa, yemení, turca o iraní. Nada se escapa a la oferta del Souq Waqif.
Puedes empezar por unas Samboosa, pequeñas empanadillas crujientes rellenas de verduras, carne o queso, seguir con un falafel de garbanzos, degustar pinchos de kofta a la parrilla con hummus o ensalada en una de sus terrazas, aprovechar para probar el machboos y disfrutar de un postre tradicional como las bolitas de luqaimat de miel (considerado el postre más antigüo del mundo), las kunafas de queso fundido o el regag, crepes con crema de queso, fruta o chocolate. Siempre acompañado de karak, el dulce té catarí con leche.
“La cocina catarí es una experiencia maravillosa. Tiene multitud de sabores, muchas especias. Cada plato tiene una receta única. Por eso cuando los pruebas nunca son iguales. Hay que probarlo todo. Los aficionados que vengan al mundial de fútbol tienen que ir a los sitios que tengan comida catarí y probar esta deliciosa experiencia”, añade la chef Noor.
4.- EL TACTO: PERLAS Y ORO
El pasado de Catar está ligado a las perlas, una de sus principales fuentes de ingresos y lo que le llevó a cosechar fama internacional. Sus intrépidos buceadores en busca de estas joyas se cuentan con los dedos de las manos, pero en el zoco se pueden encontrar tiendas en las que aprender sobre sus variedades, por lo general rosas, blancas y grises, y descubrir las particularidades de un oficio ya casi extinto.
“La pesca de perlas es el pasado. Era el modelo económico hace unos cien años. En ese momento, la población en Oriente Medio era muy escasa. Había beduinos que vagaban por la región, pero también había gente que se había desarrollado en la principal forma o medio de hacer dinero, que era ir a pescar perlas. Esto fue antes de la invención de las perlas sintéticas que tuvo un impacto económico enorme en esta región y prácticamente eliminó su pesca. Todavía se pueden encontrar perlas originales de Catar, pero son muy caras”, apunta Berthold Trenkel.
Cerca del centro neurálgico del zoco se encuentra también otro punto clave para aprender el peso y la forma de otro producto de lujo, el oro. En el Gold Souq podemos encontrar una enorme gama de joyas tradicionales y diseños modernos. Una de las características principales de este mercado es que las piezas se tienen que pesar delante del comprador antes de venderlas y todas han sido previamente analizadas para garantizar su calidad. Con un presupuesto ajustado se pueden comprar collares o pulseras con tu nombre serigrafiado en árabe.
5.- EL OÍDO: HALCONES Y MASCOTAS
El animal más representativo de Catar es el halcón. Forma parte de la cultura del país no solo para cetrería, que se remonta a la época de las tribus beduinas, sino como emblema y orgullo familiar. Cualquier visitante lo entenderá rápidamente. Al llegar al aeropuerto nos espera un enorme halcón dorado, en las zonas turísticas no suele faltar una tienda en la que hacerse una foto con uno de estos preciados animales en el brazo y, por supuesto, en Souq Waqif se encuentra el conocido como Zoco de los Halcones, una zona exclusiva para ellos.
No solo con tiendas de venta de todo tipo de halcones, desde los afamados gerifaltes blancos a los sacres o los peregrinos, reputados cazadores, sino también sistemas GPS para no perderlos, caperuzas, jaulas de transporte y todo tipo de accesorios a cada cual más inverosímil.
En esta zona se encuentra también el hospital de halcones. Un lugar de obligada visita, aunque tan solo sea para ver una sala de espera con decenas de halcones (y sus dueños, obviamente) pidiendo la vez para ser atendidos tras haber sufrido algún percance o para una revisión rutinaria.
Volviendo al zoco, el trinar de los pájaros anticipa la llegada al mercado de mascotas, una plaza y varias calles que cuentan con todo tipo de animales. Conejos, tortugas, loros, patos y un sinfín de variedades de pájaros (en su mayoría hacinados y enjaulados) y todos los accesorios necesarios para su cuidado. Sin duda uno de los enclaves más exóticos del bazar catarí.
El zoco es, sin duda, parada imprescindible para todos los que acudan al Mundial: visitalo y déjate llevar por la tradición y los sentidos de un lugar mágico para el recuerdo. Info. Prensa Mexicana