Ciudad de México 13/10/2018.-El 12 de octubre de 1968, Enriqueta Basilio, con antorcha en mano, era la última relevista para prender el fuego olímpico mexicano. Unos peldaños después, Basilio iluminó el pebetero del Estadio Olímpico Universitario con su llama y, así, se convirtió en la primera mujer en lograr esta hazaña e inaugurar unos Juegos Olímpicos.
La inauguración y los subsecuentes encuentros deportivos, en los cuales México conseguiría 3 medallas de oro, 3 de plata y 3 de bronce, se transmitirían por televisión a color en todo el mundo, pero con una diferencia que en ese momento era la revolución de este medio: señales captadas vía satelital.
La televisión a color era un fenómeno que ya se había extendido en múltiples países del mundo a partir de la mitad del siglo XX. Guillermo González Camarena, nacido en Jalisco, fue uno de los innovadores en este sistema a colores, primero con su sistema tricromático secuencial de campos en la década de 1940 y luego con un sistema bicolor más sencillo en 1960.
Sin embargo, para que este tipo de tecnología llegara a todas partes, era necesario un avance mucho mayor. La respuesta estaba más allá de los cielos: en el espacio.
La carrera espacial, característica de la Guerra Fría, se llevaba a cabo entre la URSS y Estados Unidos. Después de que los soviéticos lanzaran su primer satélite, el Sputnik I, en 1958, EU también comenzó con sus lanzamientos que permanecían en órbita terrestre.
Un satélite de la NASA, el ATS-3, que ya se encontraba en funciones y que era de los primeros de carácter comercial, fue el que impulsó la transmisión a color de los juegos a todo el mundo.
ATS-3 fue rentado por Intelsat. Sus señales cayeron en la Estación Terrena de Tulancingo, Guerrero -la cual sigue en funciones hasta la fecha-, que tenía dos platos parabólicos de 32 metros de diámetros cada uno, con lo que era posible la transmisión de los Juegos Olímpicos a todo color.
La carrera espacial siguió su curso hasta su disminución a finales de la década de 1970, pero los satélites de comunicaciones continuaron con su crecimiento, en el mundo y también en México, país que lanzó a sus primeros en órbita de la Tierra (Morelos I y Morelos II) a mediados de la década de 1980.
AGENCIA EL FINANCIERO