Puerto López Mateos (México), 11 mar (EFE).- Arturo Villegas, mexicano residente en Los Ángeles (EE.UU.) disfruta del tradicional avistamiento de ballenas grises en la península de Baja California, una temporada que tras dos duros años marcados por la pandemia de coronavirus ahora está recuperando su habitual número de turistas.
La experiencia “es padrísima”, dice a Efe Villegas, de ascendencia mexicana pero residente en Los Ángeles, quien visita el noroccidental estado Baja California Sur todos los años para ver a este afable y juguetón cetáceo acercarse a la barca e incluso dejarse acariciar.
“Ahora estuvimos recorriendo casi cinco kilómetros con una ballena y su cría que estuvieron presentándose con nosotros todo el tiempo”, afirma.
Una alegría similar transmite el joven Carlos Rodríguez, mexicano de La Paz (Baja California Sur).
“La ballena se acercó tanto a la embarcación que prácticamente podía tocarla, nunca fue necesario aproximarse a ella, parecía como si le encantara jugar con las embarcaciones”, explica a Efe emocionado tras ver al gigante animal, que puede llegar a medir alrededor de 15 metros de longitud y pesar unas 30 toneladas.
RENACIMIENTO TURÍSTICO
El pasado mes de diciembre de 2021 se dio inicio a la temporada de avistamiento de ballena gris (Eschrichtius robustus) en los santuarios balleneros del Pacífico Mexicano.
Específicamente, en las lagunas saladas de Baja California Sur, donde habitualmente concluye la visita de este icónico animal el 30 de abril de este año.
Esta temporada empezó algo irregular tras dos años de una marcada caída del turismo debido a las medidas sanitarias implementadas en buena parte del mundo por la pandemia de covid-19.
No obstante, en las últimas semanas se ha llegado a niveles de visitantes parecidos a los prepandémicos.
En promedio, llegan anualmente tan solo a Puerto Adolfo López Mateos —uno de los santuarios balleneros más importantes de la región— más de 60.000 turistas, quienes dejan un promedio de 100 dólares por persona.
Francisco Aragón es oriundo de este balneario y pescador de profesión, ha desarrollado su vida junto al mar y en temporada se desempeña como un destacado capitán, llevando a centenares de turistas, nacionales y extranjeros, a su encuentro con el cetáceo.
Panchito, como lo conocen sus compañeros, asegura que la temporada inició floja, pero ha ido mejorando con el transcurrir de las semanas.
El sector está comprometido en “salvaguardar la salud del turista y se siguen firmemente las normas de salud”, explica el pescador.
“Es muy importante que los turistas vengan. Actualmente, la pesca está muy escasa y esta actividad con la ballena es una manera de llevar el sustento a la familia y darle educación a nuestros hijos”, agrega el hombre.
UNA LARGA TRAVESÍA
Todos los años la ballena gris realiza una de la migraciones más largas registradas de un mamífero, pues viaja más de 8.000 kilómetros desde las frías aguas del mar de Bering hasta las ricas y tranquilas lagunas costeras de Baja California Sur para reproducirse y dar a luz.
Según datos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) de México, en la temporada anterior se registró el nacimiento de 359 ballenatos y la presencia de 872 ejemplares adultos, dando un total de 1.231 ballenas en los santuarios balleneros de la Reserva El Vizcaíno (Laguna Guerrero Negro y Ojo de Liebre).
En los primeros meses de su llegada y luego de haber nacido la mayoría de las crías, se presenta en el cetáceo el llamado comportamiento de la “ballena amistosa”.
Desde mediados del siglo pasado, la ballena gris se encuentra protegida internacionalmente a través de la Comisión Ballenera Internacional, de la que México forma parte.
Hoy en día, el avistamiento de ballenas —desde la gris a la azul o la jorobada— es una de las más importantes actividades ecoturísticas de esta región mexicana. Mahatma Fong
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