La Libertad (Guatemala), 19 ago (EFE).- A Raúl, de 27 años, lo deportaron el miércoles a Guatemala junto a su pequeña hija, después de buscar sin éxito el ‘sueño americano’. Pero el regreso a casa se ha convertido en una pesadilla para él y miles migrantes centroamericanos que son retornados a un punto fronterizo en el norte del territorio, en medio de la nada.
Desde hace varias semanas, México inició la deportación de migrantes guatemaltecos, hondureños y salvadoreños en la frontera El Ceibo, un lugar de difícil acceso ubicado 600 kilómetros al norte de la Ciudad de Guatemala, donde los retornados no cuentan con mayor asistencia, a diferencia de otros puntos fronterizos.
Raúl y su hija, junto a más de 500 migrantes, fueron deportados el jueves en seis autobuses, y la mayoría de ellos desconocían que se encontraban en el municipio de La Libertad, en el departamento de Petén, una región de exuberante jungla.
La amargura de Raúl por su situación era similar a la de Vicenta, una mujer de 21 años que tampoco pudo llegar a Estados Unidos y fue deportada por las autoridades mexicanas.
Algunas entidades ya se encuentran en el punto fronterizo y han empezado a auxiliar con llamadas telefónicas a los migrantes. Vicenta fue una de las beneficiadas y decidió llamar a un familiar en Los Ángeles, Estados Unidos, para que la ayudara con dinero para regresar a su hogar. La mujer lloraba porque no sabía dónde se encontraba y tampoco tenía dinero.
Es el mismo caso de Mynor, un migrante originario del departamento de Chiquimula, cercano a la frontera con El Salvador, en el otro extremo de Guatemala. Mynor viajaba a Estados Unidos con dos de sus hijos y ahora tiene que buscar la manera de llegar a su hogar, a unos 700 kilómetros de distancia.
CON NIÑOS EN LOS BRAZOS
Según constató Efe, entre jueves y viernes más de un millar de migrantes fueron deportados, muchos de ellos con niños entre sus brazos, además de un alto número de menores de edad.
Al ingresar por la frontera guatemalteca, que colinda con el estado mexicano de Tabasco, los migrantes de diferentes nacionalidades no son registrados ni asistidos, por lo que se desconoce el número exacto de retornados en El Ceibo, donde un pequeño albergue recibe a algunos de los viajeros.
“(En el albergue) estábamos todos amontonados, muchos tosiendo y enfermos”, se lamentó Mynor.
Cada año más de 300.000 guatemaltecos intentan cruzar México para llegar de manera ilegal a Estados Unidos, de acuerdo con cálculos de diversas entidades locales e internacionales.
A LA ESPERA DE SOLUCIONES
El Instituto Guatemalteco de Migración ha indicado que la deportación a El Ceibo forma parte de los convenios acordados por el país centroamericano.
Sin embargo, la entidad aseguró el miércoles que analiza medidas para auxiliar a los migrantes deportados en El Ceibo y que se llevó a cabo una reunión de varias autoridades locales e internacionales para abordar la situación.
De acuerdo con la misma fuente, se “espera que en los próximos días” exista un “protocolo” para la atención de los migrantes deportados en el punto fronterizo El Ceibo.
Mientras tanto, los migrantes como Raúl no ven escapatoria al laberinto en el que se encuentran: deben huir de sus países por la pobreza, y si son capturados en México o Estados Unidos, la deportación los deja en medio de la nada.
“Estoy cansado”, le dijo Raúl a Efe, al recordar su intento fallido de llegar a EE.UU., interrumpido al ser detenido junto a su hija en México. “Éramos un grupo de 125 personas de diferentes países. Los ‘coyotes’ nos movían entre bodegas para acercarnos a Estados Unidos”, recuerda.
Ahora, el migrante, cuyo viaje por México duro casi tres semanas, tiene que buscar la manera de retornar a su hogar en Guatemala. “No voy a volver a intentarlo (viajar a EE.UU.). Es muy peligroso para mi hija”, advirtió. Info, Prensa Mexicana
Esteban Biba