Los goles de una leyenda no tan conocida de Brasil

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Ciudad de México 15/02/2018.-¿Quién es el futbolista brasileño que más goles ha marcado en una sola Copa Mundial de la FIFA™? No se trata, como cabría esperar, de Ronaldo, Jairzinho o Romário, ni siquiera del gran Pelé, sino de Ademir. Su nombre parece ser menos conocido que el de esas otras grandes leyendas de la Seleção, y hay una razón para ello.

Si nos atenemos exclusivamente a sus logros y sus atributos, este excepcional delantero centro debería figurar al mismo nivel que O Rei, El Fenómeno y las demás megaestrellas de su país.

Era un jugador rápido, potente, dotado de una técnica extraordinaria y, como pudo verse en el Mundial de 1950, mortífero ante la meta contraria. El ariete del Vasco da Gama se proclamó máximo realizador del torneo con gran diferencia, al anotar un total de ocho tantos —aún hoy un récord brasileño—, tres más que su competidor más inmediato por la Bota de Oro.

El gol que se muestra en la imagen que acompaña a este artículo fue uno de los cuatro que materializó en un único partido, logrado además ante una selección sueca que terminaría tercera del certamen.

Los 138.886 espectadores presentes en un Maracaná volcado por completo con el cuadro local se rindieron ante su héroe, que dejó pasmados a sus rivales con su repertorio de sensacionales jugadas y hábiles cambios de dirección.

Incluso llegó a sugerirse que Ademir había sido el responsable de que se abandonase la defensa de tres hombres, por aquel entonces la más habitual, para adoptar la retaguardia de cuatro, que ofrecía al menos una protección más numerosa.

Jair, compañero de Ademir en aquella selección brasileña, declaró: “Aparecía en el mediocampo y en el extremo, y su increíble velocidad hacía que fuese imposible de marcar. Podía hacer gol de muchas formas distintas. Es uno de los jugadores más grandes que haya dado nunca Brasil”.

“Ademir, en su época, era el futbolista más grande del mundo”, coincidió Evaristo de Macedo, rival suyo del Flamengo, que posteriormente jugaría en el Barcelona y el Real Madrid. “Cuando disparaba a puerta, no fallaba”.

Pero sí hubo, por supuesto, un partido en el que Ademir falló, y fue aquel encuentro, uno solo, el que mermó su legendario prestigio. El rey de los goles de Brasil, que había firmado una tripleta en la anterior actuación de su país en una final —saldada con un arrollador triunfo por 7-0 sobre Paraguay en la Copa América de 1949—, se vio frustrado en el decisivo choque por el título de 1950, en el que Uruguay arrebató el trofeo a unos anonadados anfitriones.

Y si bien aquel célebre partido, el Maracanazo, pasaría a la historia del Mundial, Ademir —el brillante ganador de la Bota de Oro del torneo— tuvo que resignarse a que su colosal contribución quedase reducida a una nota al margen.

Por injusto que fuese aquello, dejó clara la importancia que puede tener un partido del Mundial. Y como dijo Flávio Costa, entonces seleccionador de Brasil: “Si hubiésemos ganado el partido, se habría reconocido a Ademir con uno de los jugadores más grandes de la historia”.

¿Sabías que…? Las botas de Ademir de la Copa Mundial de la FIFA 1950 figuran entre los objetos únicos que se exponen en el Museo del Fútbol Mundial de la FIFA, en Zúrich.

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