“Arigato Neza”, documental que une México y Japón a través de la lucha libre

México, 16 ago (EFE).- Un japonés que se estableció en México para aprender la técnica de la lucha libre mexicana y una luchadora de ese país que vivió 15 años en Japón, donde se convirtió en estrella, son el hilo conductor del documental “Arigato Neza”.

Dirigido por Ana Álvarez Velasco, el trabajo une a ambos países a través de este popular deporte que cautiva a los fanáticos en ambas naciones.

“La lucha libre es un código compartido que trasciende el idioma. En ambos países la lucha libre no es solo un deporte, tiene muchas otras funciones, sí es un deporte pero es más que eso”, dijo en entrevista con Efe la directora.

Para ella “una función tiene mucho de una representación teatral, hay personajes, mucho sentido del humor y aunque es un poco distinto en ambos países, existe una interacción muy intensa con el público”.

Recordó que “Arigato Neza”, inició en 2014 como resultado de un proyecto del Instituto Mexicano de Cinematografía y de una investigación suya sobre lucha libre en México y Japón.

Ambos son “vasos comunicantes de mestizaje y transculturización” que se conectan a través de las historias de los luchadores y de dos arenas que se ubican en vecindarios de Tokio y de Nezahuaycóyotl, ciudad colindante con la capital mexicana y conocida como Neza.

“Quería mostrar cómo un lugar que se percibe periférico (Nezahualcóyotl) construye una centralidad que la conecta con Tokio y el otro tema que me interesaba era la participación de las mujeres, lo que tuvieron que hacer para hacerse de una carrera en un ámbito dominado por los hombres”, señaló.

El documental, por ahora una serie de tres cortos con una duración cada uno de cinco minutos, busca crecer a más de una hora, y para ello Álvarez Velasco cuenta con material audiovisual inédito de la investigación en los dos países, pero también busca apoyos económicos para seguir investigado y ampliar el documento.

LAS DOS ARENAS

La arena Azteca Budokan de Nezahualcóyotl es un homenaje a la Nippon Budokan en Tokio y ambas son construcciones representativas en sus ciudades.

La japonesa es una enorme construcción ubicada en el parque Kitanomaru de la capital nipona, mientras que la mexicana es propiedad de la familia Moreno y es el patio en el que confluyen las casas de los integrantes de la familia.

Fue el patriarca de la familia, el exluchador Alfonso “Acorazado” Moreno, quien tuvo la fortuna de trabajar en Japón como “referee” (árbitro) y la idea de construir, hace 50 años, una arena en su casa.

Sus hijos, también luchadores, El Oriental, Rossy, Esther, Alda y Cynthia se formaron en el lugar, pero fue Esther la que decidió trabajar y vivir en Japón, por 15 años, hasta convertirse en estrella.

De esa relación entre naciones, la directora buscó retratar el protagonismo de las mujeres en la lucha libre de ambos países y los espacios de intercambio cultural en zonas periféricas de la Ciudad de México, como Ciudad Nezahualcóyotl.

Desde hace mucho años, la familia, de abolengo en la lucha libre mexicana, hospeda por temporadas a luchadores nipones y la historia que cuenta es la de Yuichiro Tahra, un luchador japonés que viaja a México para, de la mano de los Moreno, aprender la técnica y las famosas llaves del pancracio.

LOS DOS LUCHADORES

“Yuichiro vino a Neza y estuvo un año acá, le tiene mucho cariño a Neza”, contó la directora, quien dijo que una de las razones por la que los luchadores japoneses vienen a México “es porque consideran que los luchadores mexicanos han desarrollado una técnica que no está basada en la estatura sino en la fuerza”.

Además, en Tokio, Yuichiro también se mueve un circuito independiente como la Azteka Budokan.

“En Tokio también hay una esfera ‘underground’ (subterránea) para la lucha libre y es donde trabaja Yuichi”, relató Álvarez Velasco, quien contó que al igual que en Neza, en Tokio organizan funciones en una clínica que se convierte en una arena en la que al final se debaten los encuentros, como en una especie de cineclub que al final analiza la película.

Precisamente en ese circuito conoció a una mujer que le platicó de los logros y alcances de Esther Moreno, quien fue de las primeras mujeres mexicanas en viajar a Japón para estudiar las técnicas niponas y aplicar y dar a conocer la técnica mexicana.

“Viví más de 15 años en Japón y lo que logré, con el paso de los años, fue aprender a combinar los dos estilos de lucha libre y eso para mí fue lograr la perfección, además de aprender a hablar y a escribir japonés y a conocer parte de su cultura”, contó Esther a Efe.

Recordó que ella y sus hermanos aprendieron lucha libre “jugando en el patio de la casa, donde está el cuadrilátero de la arena Azteka Budokan y cuando menos lo esperamos ya éramos profesionales”.