04/6/2017. Bruselas. Autorizada desde 2002 en Bélgica, la eutanasia gana cada año más adeptos en este país, uno de los cuatro que permiten la práctica en Europa, junto con Suiza, Luxemburgo y Holanda.
Según el último informe publicado por la Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia, dos mil 22 personas recurrieron a la muerte asistida en 2015 en este pequeño reino de poco más de 11 millones de habitantes.
La cifra indica un constante aumento comparado con 2014, cuando la eutanasia fue practicada a mil 928 personas en Bélgica, o con 2012, cuando el número aumento 25 por ciento en el país frente al año anterior y alcanzó un primer récord de mil 432 casos.
La práctica es estrictamente controlada: para tener acceso, un paciente debe comprobar que padece una enfermedad incurable o un sufrimiento físico o psíquico insoportable.
La solicitud debe ser evaluada y aprobada por un comité compuesto de tres expertos, encargados de asegurarse que el deseo del paciente es “sólido” y fruto de un “largo proceso de reflexión”.
Los datos del gobierno indican que la mayoría de las personas que recurrieron a la muerte asistida en 2014 y 2015 tenían entre 70 y 89 años, estaban enfermos de cáncer y tenían una corta esperanza de vida.
“Suelen ser ancianos que desean simplemente morir con dignidad, en sus hogares, rodeados de sus seres amados”, explica Wim Distelmans, uno de los presidentes de la Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia.
En febrero de 2014 la ley fue ampliada para permitir la muerte asistida también para menores en situación médica sin esperanza, a ejemplo de Holanda.
Sin embargo, al contrario del país vecino, donde es necesario tener al menos 12 años, Bélgica no impone una edad mínima, sólo determina que la solicitud tenga la aprobación explícita de los padres del niño, así como de un colegio de pediatras y psiquiatras, encargados de validar la capacidad de discernimiento del menor.
También condiciona la aprobación a los casos de “sufrimiento físico insoportable” o cuando la muerte a corto plazo sea “inevitable”.
Desde la ampliación de la ley, Bélgica ha registrado un único caso de eutanasia a un menor de edad: una adolescente de 17 años que se encontraba enferma en estado terminal.
Pese a la amplia aceptación de la eutanasia por la sociedad belga, la legislación que la reglamenta ha provocado polémicas en los últimos años, con muchas personas criticando lo que consideran una desviación hacia la banalización.
En octubre de 2013 un hombre de 44 años con buena salud física fue autorizado a recibir la eutanasia tras alegar que sufría daños psicológicos irreversibles a consecuencia de una serie de operaciones de cambio de sexo mal efectuadas.
Siete meses más tarde, un tribunal belga aceptó el pedido de eutanasia de otro hombre físicamente sano de 50, detenido hacía más de 30 años por una serie de estupros, uno de los cuales terminó en un asesinato.
Sus crímenes fueron relacionados a problemas psiquiátricos y el mismo detenido afirmó que, de ser liberado un día, volvería a sostener relaciones sexuales con menores de edad “con certitud y muy pronto”.
Por eso, argumentó que su muerte sería la mejor opción para evitar más sufrimientos.
La aceptación de su eutanasia fue considerada lo “equivalente a una pena de muerte voluntaria” por Fernand Keuleneer, antiguo miembro de la Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia, quien advirtió que ello sentaría un “peligroso precedente”.
En enero de 2015, a pocos días de la fecha prevista para el procedimiento, Distelmans, uno de los médicos del equipo que debería aplicar la eutanasia al preso se desistió, llevando a la justicia a revocar la autorización.
Distelmans justificó su decisión señalando que existe, en Holanda, un centro psiquiátrico especializado en el control de pulsiones sexuales, por lo que la eutanasia no era la única opción en ese caso.
Ante las críticas de banalización de la práctica, el gobierno señala que sólo 3.1 por ciento de los pedidos de eutanasia se apoyan en problemas mentales o sufrimiento psicológico y afirma que todos los casos son escrupulosamente analizados para asegurar que se respetan las condiciones legales. Notimex