Ciudad de México, 2 abr (EFE).- La fe en superar la pandemia y la resignación por las restricciones sanitarias marcaron este Viernes Santo el viacrucis de Iztapalapa, el más grande de México y uno de las mayores del mundo, que por segundo año se realizó sin público.
La esperanza la evidenció Marisa Benítez, quien a pesar de los cierres alrededor de la Catedral llegó a la Capilla de San Pablo Ermitaño tras recibir el fármaco Sputnik V en el inicio de la vacunación en Iztapalapa, que coincidió con la Pasión de Cristo.
“Dios sabe por qué y cuándo nos va a quitar esta enfermedad, pero sí lo sentimos mucho porque no es en la calle, como era todos los años, pero yo no pierdo la fe en que pronto Dios va a quitar esta enfermedad”, expresó a Efe.
DE LAS MASAS AL ENCIERRO
Cada Semana Santa acudían más de 1 millón de personas a las calles de Iztapalapa, la alcaldía más poblada de Ciudad de México, para presenciar la Pasión de Cristo, pero ahora la representación ha sido a puerta cerrada con transmisiones por internet por segundo año consecutivo.
Con casi 6.000 muertes y más de 96.000 contagios, Iztapalapa es la demarcación local con las cifras más altas de covid-19 en México, que suma más de 2,24 millones de casos y unas 203.000 fallecidos, la tercera mortalidad más alta del mundo.
Por ello, la vecina Esther Valladolid reconoció las restricciones al señalar que, pese a ser la zona más afectada del país, aún hay quienes no creen en la pandemia y se niegan a usar cubrebocas.
“Dios sabe por qué nos manda todo esto, porque nosotros no entendemos, toda esa gente que anda en los balnearios, toda esa gente que se va de vacaciones, mientras nosotros estamos aquí luchando por el pan de cada día”, relató.
Aun así, doña Esther, quien espera recibir la Sputnik V el próximo martes, lamentó las afectaciones, pues ella es comerciante del área desde hace 15 años.
“Nos afecta mucho y extrañamos todo esto porque somos originarias de aquí de Iztapalapa, nos gusta, somos vecinos, y nos gusta andar con la procesión para allá y para acá, de un lado a otro, andamos atrás y en la tarde mucha fiesta, y ahorita estamos sin nada”, narró.
FE CONTRA LA ENFERMEDAD
La tradición surge en 1843 tras una epidemia de cólera que azotó a los pobladores de la zona, quienes marcharon en agradecimiento al Señor de la Cuevita, cuyo santuario nacional está dentro de la Catedral de Iztapalapa.
Desde entonces, participar en el viacrucis es uno de los máximos honores de los casi 2 millones de habitantes de esta alcaldía, como es el caso de Brandon Rodrigo Neri, quien soñaba con interpretar a Cristo desde los 12 años.
“A puerta cerrada, o si se hubiese hecho la representación como la conocimos, para mí me da igual, porque mientras yo haga el papel de corazón para mí está perfecto”, dijo el joven Cristo de 20 años a Efe previo a la representación.
En contraste, la intérprete de María Magdalena, Annette Bárbara Aguilar, compartió su tristeza por la ausencia de la procesión masiva, en la que miles de vecinos participan como nazarenos o romanos.
“Ese tema me pone un poco triste porque mi ilusión era en el recorrido caminar, salir a ver a mi gente, a los barrios como tal, y que ahora sepa que me están viendo a través de una pantalla sí me pone triste”, confesó en entrevista.
Pero Anette espera que la gente revalore la tradición en México, el segundo país con más católicos del mundo (casi 98 millones), solo después de Brasil.
“A la vez me alegra porque damos oportunidad de prestarle atención a lo que realmente es la Pasión de Cristo, pero sí me pone triste el saber que no estoy cerca de mi pueblo”, comentó.
Los creyentes de la alcaldía respetaron las restricciones, como Marisela Sánchez, quien llegó a la Capilla de San Pablo para pedir por sus padres.
“Como ciudadana, tenemos que respetar todas las reglas, más que nada es por nuestra salud, por un bienestar a la familia y con todo esto no nos queda de otra más que respetar y verlo por transmisión”, apuntó. Info, Prensa Mexicana