San Cristóbal de Las Casas (México), 16 jun (EFE).- Por más de 100 años, la familia mexicana Molina Díaz se ha dedicado a elaborar mulas de maíz y dulces tradicionales para la festividad católica del Jueves de Corpus Christi, o Día de las Mulas, que se celebra este día en México entre el azote de la pandemia y la inflación.
En San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas, en el sureste mexicano, cada año la familia de Tomás de Jesús Molina Pérez, de 85 años, se prepara con cuatro meses de anticipación para elaborar estas mulas, cuya base es la hoja de maíz y que se han convertido en su sustento durante esta temporada, ya que solo se comercializan en junio.
“Mi esposa y su familia son los que trabajaban la hechura de dulces y mulas, yo me sumé cuando la tejería (fabricación de tejas de barro para casas) ya no daba para comer”, cuenta este jueves en entrevista con Efe Tomás de Jesús.
Mientras dobla la hoja de maíz con sus manos, el hombre recordó cuando conoció a la tía de su esposa, quien le dijo: “aprende este oficio para que mi sobrina y tú se mantengan”.
“Fue una buena opción para mí porque la tejería terminó y por los años que tengo se me dificultaba moverme para trabajar”, contó.
Aunque la elaboración es muy sencilla, dijo que “no cualquiera se anima hacerla” y como es una artesanía de temporada y se vende solo una vez al año “no es redituable”, por ello combinaron la elaboración de las mulas con la fabricación de dulces artesanales, que se venden todo el año.
“Somos muy pocos los que lo hacemos mejor, muchos quisieran aprender, pero no dicen nada y como es un trabajo de cada año, no se animan a trabajar”, expuso.
UNA MULA MINIATURA
A su edad, don Chusito, como también conocen a Tomás de Jesús, se siente orgulloso de su oficio como fabricante de mulas y dulces artesanales.
Y a pesar de que se siente cansado, aún le pone entusiasmo a su trabajo para que su hija, nietas y bisnietas le tomen el gusto.
La familia Molina Díaz elabora cerca de 500 mulas por día, de diferentes tamaños, las figuras pueden ser miniaturas, de apenas unos cinco centímetros y hasta 30 centímetros.
Todas son elaboradas con hojas de maíz, hilo, palitos de madera y artículos decorativos como pequeñas figurillas de barro, canastas de palma y dulces artesanales de la región.
TRADICIÓN GOLPEADA
Con la pandemia de la covid-19 y el aumento en los precios por la inflación, a esta familia le está resultando mucho más difícil la compra de la materia prima para elaborar estas piezas, cuyo precio es de 18 hasta 50 pesos (entre 0,9 y 2,5 dólares), según el tamaño y la decoración.
Además de Tomás, su hija Teresa Molina Díaz, la única que sobrevive de tres hijos, es quien trata de mantener viva esta tradición y junto a su padre están convencidos de que se mantendrá algunos años más, pues su nieta, bisnietos y sobrinas “han tomado muy en serio” su papel de continuar con la tradición.
Ya listas y terminadas, las mulitas se vende en los mercados locales y en poblados cercanos como Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, Comitán y Ocosingo, que a su vez las comercializan en distintas tiendas de dulces o Ferias del Dulce como la que se celebra en San Cristóbal de Las Casas cada año.
De acuerdo con la Dirección de Turismo del Municipio de San Cristóbal de las Casas, en la región se tiene un registro de 56 artesanos o productores de mulas y dulces en el padrón del municipio, quienes participan durante la fiesta del Jueves de Corpus Christi en ciudades grandes como Comitán, Teopisca, Ocosingo y Tuxtla Gutiérrez.
LA CELEBRACIÓN
La fiesta del Corpus Christi tiene más de 700 años de historia y exalta el sacramento de la Eucaristía, la transformación del pan y el vino de la misa en el cuerpo y la sangre de Cristo que defienden los católicos y se conmemora 60 días después del Domingo de Resurrección.
En México, las mulas se regalan en esta celebración como muestra de amor y de amistad, pero también como signo de agradecimiento por la abundancia o buena cosecha.
“Es una tradición que encontraron los primeros evangelizadores y las mulas eran las que traían las primicias de las primeras cosechas, las ofrendaban a sus deidades los aztecas”, explicó a Efe Paloma Inés Arredondo Lozoya, directora de Turismo Municipal de San Cristóbal de las Casas.
Otra versión indica que la tradición fue traída a México por los españoles en 1526 y los campesinos que participaban en las procesiones caminaban acompañados de sus mulas de carga, con las cosechas sobre los lomos para presentarlas ante Dios en las iglesias, como señal de agradecimiento.
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